El cociente
intelectual, también denominado coeficiente intelectual o CI en
forma abreviada (en alemán Intelligenz-Quotient, IQ), cuantificación de la inteligencia y la capacidad de
comprensión mediante la realización de test.
En
1904, el ministerio de educación francés, encargó al psicólogo Alfred Binet,
que desarrollase un método para determinar qué alumnos de enseñanza primaria
estaban “en riesgo” de sufrir fracaso escolar para así poder ofrecerles atención
específica. De sus esfuerzos surgieron los primeros test de inteligencia,
importados a estados Unidos varios años más tarde, estos test se extendieron
por todo el país, igual que la noción de que existía algo llamado
“inteligencia” (relacionada con la capacidad de aprendizaje), que se podía
medir de forma objetiva y expresar con una cifra o puntuación llamada “CI” o
coeficiente intelectual.
Binet
seleccionó una amplia serie de tareas breves, relacionadas con problemas de la
vida cotidiana, como contar objetos, determinar algunas de sus características,
etc., estas tareas implicaban supuestamente ciertos procedimientos racionales
básicos como el ordenamiento, la comprensión, la invención y la corrección
(Binet, 1909). En cambio, a las habilidades aprendidas como la lectura no se
les daba un tratamiento directo. Posteriormente, a partir de estas pruebas, se
publicaron tres versiones de la escala.
La
primera versión publicada en 1905, ordenaba las tareas según un criterio de
dificultad creciente.
La
segunda versión publicada en 1908, atribuye a cada tarea un nivel de edad,
definido como aquél en el que un niño de inteligencia normal era capaz de
realizar por primera vez con éxito la tarea en cuestión. Así, el niño empezaba
a realizar las tareas que correspondían al primer nivel de edad y luego iba
realizando las tareas sucesivas previstas en el test, hasta que se encontraba
con algunas que no podía realizar. Su “edad mental” se determinaba por la edad
correspondiente a las últimas tareas que había podido realizar, y su nivel de
inteligencia general, se calculaba restando esa edad mental de la edad
cronológica real. Así, los niños cuyas edades mentales lo bastante inferiores a
sus respectivas edad cronológicas podían seleccionarse para los programas de
educación especial.
En
tanto que, la tercera versión de la escala, la propone en 1912 el psicólogo
alemán William Stern, quien sostuvo que la edad mental debía dividirse por la
edad cronológica y multiplicarse por 100 en vez de restarse de ella y así nació
el Cociente de Inteligencia o CI.
Sin
embargo, en su escala Binet trató de distinguir la inteligencia natural de la
educación y se negó a precisar el resultado obtenido por cada niño, según él,
la inteligencia era demasiado compleja para expresarla en un solo dato
numérico, temía que los resultados del test se utilizaran para colocar un
rótulo permanente al individuo, en vez de detectar a los niños que requerían
atención especial, le preocupaba que los maestros utilizaran el CI como excusa
cómoda para deshacerse de los niños problemáticos.
Aunque
aún se emplea habitualmente el término CI para referirse al
resultado de un test de inteligencia, la puntuación de los test empleados hoy
día, como la Escala Wechsler de
Inteligencia para Adultos, se basan en la proyección del rango medio del
sujeto en una campana de Gauss formada
por la distribución de los valores posibles para su grupo de edad, con un valor
central (inteligencia media) de 100 y una desviación
estándar de 15. Los valores por encima de 100 están por encima de la
media; los valores por debajo de 100 están por debajo de la media. Distintos
test pueden tener distintas desviaciones estándar.
Las
puntuaciones medias para muchas poblaciones han tendido a subir una media de
tres puntos por década desde principios del siglo XX, con la mayoría del
incremento acumulado en la mitad inferior de la curva de CI: este fenómeno se
conoce como Efecto de Flynn. Existe
controversia sobre si este incremento estable se produce por un aumento real de
las habilidades intelectuales en dichas poblaciones, o si se debe más bien a
problemas metodológicos con los test pasados o presentes.
Se
denomina superdotados a aquellos que poseen un cociente intelectual igual
o mayor que 130 (generalmente) y se encuentran por encima del 98 % de la
población; es decir, que su resultado se encuentra en la parte derecha más
extrema de la curva de resultados (una campana de Gauss).
Se denominan genios a
aquellos que poseen un cociente intelectual igual o mayor que 140
(generalmente) y representa el 0,1 % (1 de cada 1000) de la población; es
decir, que su resultado se encuentra en la parte derecha más extrema de la
curva de resultados (una campana de Gauss).
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